sábado, 26 de diciembre de 2015

CRÓNICA DEL DIARIO JAÉN SOBRE LA PRESENTACIÓN DE 'LA NOCHE QUE NO TENÍA FINAL'


Doce catárticas horas llenas de peligros y revelaciones

Aunque no estaba en el salón de actos de la Biblioteca, Antonio Muñoz Molina estuvo muy presente en la puesta de largo en Jaén de La noche que no tenía final, la segunda novela de Antonio Lara Ramos. De su historia, llena de metáforas, el autor resaltó una, la que fija entre la noche en la que transcurre toda la acción, cuando el protagonista tiene que afrontar las situaciones que se le cruzan y sus propios miedos y lastres, con la crisis en España:

“Vivíamos una época en la que parecía que todo era sólido —como lo definió el ilustre ubetense—, pero en el que los referentes económicos y morales, que parecían que siempre iban a estar, se vinieron abajo”. “El protagonista que, en lo que parece una situación cotidiana— bajarse de un tren por una conexión errónea en una ciudad desconocida — emprende un viaje como Ulises por un mar donde acechan miles de peligros. Cuando se baja del tren, se le derrumba todo”, explicó el autor en esta cita del Centro Andaluz de las Letras.

No en vano su historia, su segunda novela, juega entre los dos planos, el de acción y aventura trepidante en la que se ve envuelto el protagonista, con la persecución de dos proxenetas a una joven a la que ayuda, huida de la casa de citas; a la reflexión en torno a los límites y la capacidad de respuesta del ser humano, una mirada desde diferentes perspectivas en las que cada lector se puede ver reflejado. Es una metáfora continuada, en la que la noche también ejerce, como detalló, como elemento transformador, “de catarsis, en el que la luz de la mañana hace olvidar todo lo malo”.

En esta hondura psicológica de los personajes, se detuvo, precisamente, el también escritor e inspector de Educación —como el autor de la obra— José Gómez Marfil, encargado de presentar a su colega de profesión y pasión. “Esta novela, de ficción y perfil psicológico, se profundiza en los miedos que persiguen a Álvaro —el protagonista—, en su necesidad de huir de los potenciales peligros”, destacó, tras ensalzar, además, otros personajes secundarios pero también esmeradamente construidos, como el mendigo Jerónimo o Andrés, un comercial “arrastrado por las cadenas del alcoholismo”. Todo hecho con, enumeró, “imaginación, creatividad, un adecuado ritmo narrativo, rico y denso vocabulario y un adecuado uso de las figuras retóricas”. Entre estas afectuosas palabras que Gómez Marfil dedicó al autor jiennense-granadino, también apareció Muñoz Molina. Esta vez no como referencia por una de sus obras, sino como sabio conocedor del oficio del escritor. Citó una entrevista publicada en Diario JAÉN, tras la concesión del Príncipe de Asturias: “En la literatura, como en las cosas importantes, todo va más despacio. Se tarda mucho en escribir el libro, puede tardar mucho en que llegue al lector.  La literatura tiene un ritmo muy distinto al del comercio de consumo inmediato”. Lo hizo para desear que, si no pronto, esté de nuevo en Jaén cuando llegue su tercera novela.

http://www.diariojaen.es/historico/doce-catarticas-horas-llenas-de-peligros-y-revelaciones-MPDJ83824

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