jueves, 29 de diciembre de 2022

ASKATU. PORTAL NÚMERO SEIS de Antonio Lara Ramos (reseña de Dori Delgado en 'Los Diablos Azules', Infolibre)

 


Otra puerta sobre Euskadi

  • En esta novela, Antonio Lara Ramos aborda los últimos años de la banda terrorista ETA desde una perspectiva serena, pacífica y original

·  Singular importancia tiene la recreación del asesinato del concejal Isaías Carrasco, que pone al lector frente a la crudeza y el dramatismo que han amenazado a la sociedad española durante cuarenta años

Dori Delgado García

22 de junio de 2022 20:00h

Askatu. Portal número seis

Antonio Lara Ramos

Esdrújula (2021)

Tras un tiempo de silencio literario, desde Cae la ira (2018), el polifacético historiador, ensayista y novelista Antonio Lara Ramos nos ofrece ahora su obra más extensa y lograda, Askatu. Portal número seis. Una novela en la que aborda los últimos años de la banda terrorista ETA desde una perspectiva serena, pacífica y original. La publicación además coincide con el décimo aniversario del anuncio del cese de la actividad de la banda terrorista. 

Con un inicio enigmático: "Dicen que una noticia puede ser un motivo de alegría o un pájaro de mal agüero", la novela abarca el período desde el que se produce el abandono de las armas hasta los intentos de cerrar las heridas con la aparición de los arrepentidos y el proceso de normalización de la convivencia. Es esa transición difícil entre la violencia y la paz. 

El protagonista, Carlos Oreno, un joven ingeniero andaluz, evoca desde su siguiente destino profesional en Oslo las inquietantes vivencias personales y profesionales en la ciudad de Mondragón, donde tuvo que manejarse en medio de un clima hostil, conviviendo con tensiones, prejuicios, sospechas y miedos. Con el cierre de una etapa en la vida de Carlos, se cerraba también otra en la historia de España.

Alrededor del protagonista pululan una gran variedad de personajes bien definidos, redondos, poliédricos, que encarnan tantos matices, aristas y posturas como puedan darse en la historia de cualquier persona y, en concreto, en la población del País Vasco durante aquellos años. La historia se va construyendo junto a ellos (señora Mayca, el viejo Arriola, Amagoia, Amaya, Aitor…) que van aportando los elementos narrativos para hacer de Askatu un relato donde se propone las distintas visiones que el fenómeno terrorista suscitó en la sociedad vasca y española. Singular importancia tiene la recreación del asesinato del concejal Isaías Carrasco, que pone al lector frente a la crudeza y el dramatismo que han amenazado a la sociedad española durante cuarenta años. 

Además del atentado, en la novela se hace un seguimiento del destino del asesino. Su absolución y su posterior condena es vivida por los personajes de la novela con angustia, con alegría o con tristeza, como se vivieron los atentados, secuestros, extorsiones, manifestaciones y condenas durante aquellos años. Lara proyecta una mirada observadora, no exenta de empatía, en su afán por mostrar y acaso respetar todas las posturas involucradas en los hechos.

Junto al tema central del asesinato de Isaías Carrasco, hay una gran riqueza temática. El protagonista se enfrenta a retos profesionales, a la construcción de la amistad y a los vaivenes de las relaciones amorosas. También están presentes problemas familiares y sociales de gran crudeza como el alcoholismo, la droga, la corrupción, las enfermedades mentales o la emigración forzosa de los jóvenes españoles para conseguir empleo. Los aparentes sucesos triviales y cotidianos se mezclan con temas tan profundos como las relaciones sociales y la incomunicación. La justicia y la injusticia, la vida y la muerte con toda su crudeza se hacen hueco entre las páginas de este libro.

Antonio Lara maneja a la perfección el ritmo de la narración, conduciéndonos con mirada detectivesca hacia un análisis reiterativo y casi obsesivo del atentado perpetrado. Esta investigación es llevada a cabo por Pablo, el padre del protagonista que, a pesar de proceder del sur, alentado por su experiencia personal se erige en el personaje más interesado por la realidad vasca y por este desgraciado hecho histórico.

El autor se recrea en descripciones minuciosas a cámara lenta, volviendo una y otra vez sobre un mismo acontecimiento para desgranar detalles e incluir nuevos puntos de vista sobre el suceso: lo que hizo cada personaje, lo que fue, lo que pudo haber sido. Todas las incógnitas a las que nos enfrentamos cuando ocurre algo tan dramático y sobrecogedor se agolpan en nuestra cabeza, cada vez con mayor tensión.

Nos encontramos ante una novela caracterizada por el mestizaje, tanto en temáticas y técnicas narrativas como en subgéneros: novela histórica, de viajes, de aprendizaje (bildungsroman), lírica, romántica, policíaca o gótica, por momentos. 

Todo ello está magistralmente ensamblado con fluidez, con gran habilidad en el cambio de temas y de técnicas narrativas. El monólogo interior se alterna con el diálogo y la descripción. Hay múltiples saltos en el tiempo, cambio de espacios, de situaciones, de personajes y de puntos de vista. Estamos ante una novela en la que, como en la vida misma, conviven distintas tramas que ocurren en varios sitios de forma simultánea, planteando un final abierto y, a la vez, cerrado. 

Antonio Lara domina el arte de crear suspense y sorprender. Unas veces con lentitud detallada y otras, con agilidad narrativa cuando es necesaria para mantener la tensión durante tantas páginas. Esta agilidad se muestra incluso en el manejo de los signos de puntuación, en una sintaxis construida con oraciones rápidas y cortantes. 

La novela no solo cuenta con una gran riqueza de vocabulario en español sino que además incluye la variedad diatópica del español hablado en el País Vasco, por ejemplo, el uso del condicional. También incluye palabras en euskera, lo que revela el carácter de investigador, las dotes de observación y el profundo conocimiento de la cultura vasca que posee el autor.

El carácter híbrido, el análisis riguroso, la reflexión y el buen manejo narrativo, que evita que el lector caiga en la monotonía, son algunas de las señas de identidad de una novela que hace una foto fija de la vida española durante varias décadas. Una novela que nos permite reencontrarnos con uno de los capítulos más dolorosos y apasionantes de la reciente historia de España. 

________________

* Dori Delgado García es escritora y profesora de Lengua y Literatura. Autora de 'El jardín herido' (Entorno Gráfico, 2021). 

sábado, 10 de diciembre de 2022

PLAZA DE ABASTOS de Teresa Gómez

 

La poesía de Teresa Gómez llega hasta esos lugares más recónditos que a uno le cuesta descifrar y, a mí, me traslada a vivencias cotidianas, donde la melancolía es el nicho en el que se albergan tantas y tantas, y muchas sensaciones.

Plaza de abastos (Fundación José Manuel Lara, col. Vandalia, 2022), con prólogos de Ángeles Mora y Juan Carlos Rodríguez, es esa melancolía donde me he refugiado en estas tardes de un otoño díscolo, que ni parecía otoño, ni nada similar, capaz de traerme el sosiego y el intimismo que siempre he buscado en esta estación.

Plaza de abastos es un libro escrito antes (entre 1980 y 1985) para expresar lo de antes, y vuelve a ser de ahora, de lo que anhelamos y sentimos ahora, como si el tiempo fuera solo un instante que no cambia nuestras vidas.

Ángeles Mora nos recuerda en su prólogo que “es un libro de iniciación, podríamos decir, aunque poderoso, llamativo, original”, un libro que en aquel mundillo literario de la Granada de los ochenta, cuando la Otra sentimentalidad se abría paso, había levantado “bastantes expectativas”.

En Plaza de abastos, Teresa Gómez articula un discurso como si pretendiera hacernos creer que el tiempo no existe. Se compone de varias partes. En “Variaciones sobre un tema inesperado” los sentimientos del amor emergen como carta de presentación, como si quisieran subyugarnos: “Apostada en tu cuerpo como en ninguna plaza / donde la espuma llega sin más olas”.

En la segunda entrega, “Oferta”, el cuerpo late acompasado con la pasión y, aunque “no es posible dormir con tanto frío / y la luna entres nublos”, a pesar de todo, “pero aprendimos juntos / en las noches de insomnio”.

La tercera parte, “Ocasiones”, nos inunda de poemas que se hacen vitales, donde la vida fluye alrededor de Teresa, los momentos que despiertan su curiosidad, descubrir la ciudad después de la lluvia, los sentimientos que la rodean: “Buscadme por su rostro malherida de calles, / aventurada y sola”.   

Finalmente, “Demanda”, transita sobre estampas de la vida cotidiana que nos catapultan a recorrer las calles, a descubrir el amor en cada excusa, y se agolpan las vivencias y los recuerdos de noches que se alargan hasta la madrugada. En estos poemas finales de Plaza de abastos la autora no descuida su escritura intimista para hacer que su cúmulo de experiencias –la noche inagotable, el cuerpo del amado, las caricias que dejan huella, la mirada del farsante que la enreda– sea compartido con el lector.

Sí, Plaza de abastos es un libro escrito antes para expresar lo de antes, y vuelve a ser de ahora, de lo que anhelamos y sentimos ahora. El tiempo es un instante, no cambia nuestras vidas, “ya sólo queda el tiempo”.

El recordado Juan Carlos Rodríguez escribía en 1986, en la presentación de Teresa y de este libro, que le “hubiera gustado ser Espronceda para escribir un Canto a Teresa. O quizás me gusta seguir siendo un lector para saborear mil veces esa línea increíble de amor que Teresa nos ha dejado escrita: “Te pareces a mí cuando amanezco”’. Eso mismo quiero decir yo.