jueves, 2 de febrero de 2023

LOS CANTOS RODADOS de Carmen Hernández Montalbán

 


Carmen Hernández Montalbán es una infatigable activista cultural. Es lo primero que me salió de la boca el día que le presenté en Granada su novela, Los cantos rodados (Editorial Adarve, 2022), en la Biblioteca de Andalucía (20/01/2023). Licenciada en Documentación y diplomada en Biblioteconomía (Universidad de Granada), actualmente es archivera del Archivo Diocesano y Capitular de Guadix. Es autora, entre otras, de varias obras: Pictorias para leer con lupa (2010), Variaciones quijotescas (2020) y Sucedió mañana (2021): y de los poemarios: La luz del fin de la tierra (2015), Los anillos de Saturno (2017) y Verso sobre lienzo (2021). Entre sus galardones: el Premio de Poesía del Festival de Magia Hocus-Pocus (2015) y el IV Premio Alféizar de Novela 2019, con la obra Memorias de la cautiva.

Tres meses antes de la presentación de la novela, Carmen me invitó a dar una charla en Guadix, en el curso que ella impartía sobre Pedro Antonio de Alarcón, en el Aula Abierta de Formación Permanente de la UGR. Estábamos en conversaciones sobre la presentación de la novela, todavía de próxima aparición. Me contó algo sobre el argumento y, no sé por qué, me vino a la cabeza el personaje de Jorge de Córdoba, de El capitán Veneno de Pedro Antonio de Alarcón. Quizá fuera por esa similitud del soldado herido cobijado y atendido en una casa, que luego termina enamorándose de la hija de la familia que lo ha acogido, al igual que ocurre con el sargento Jean Calmel y Pipa.

Con la entrada de las tropas de Napoleón en Guadix, 16 de febrero de 1810, la vida de la familia Martínez se ve alterada ante la obligación de hospedar en su casa al sargento Calmel. El amor que surge entre Pipa, la hija mayor, y el militar francés sobrevive en este ambiente convulso de la guerra. Durante la ocupación de la ciudad, la familia tiene que afrontar las tensiones del conflicto y la tragedia final que llevará a la muchacha y a un hermano pequeño, Torcuato, a vivir un destino incierto. La historia, basada en un hecho real, Carmen nos la desvela con gran maestría narrativa en el libro.

Por aquel entonces, Guadix es un ciudad que vive en una “cómoda posición”, pues contaba con la mayor parte de los resortes administrativos, sociales y económicos que se precisaban para el normal desenvolvimiento en el Antiguo Régimen. No obstante, su posición como cabeza de corregimiento y sede episcopal, dos significados baluartes en los que apoyaba su condición de ciudad en la España Moderna, entrarán en franco declive cuando el régimen social, político y económico que los sustentaba comienza a perder legitimidad frente al nuevo concepto económico y político del liberalismo emergente y triunfante, en estas primeras décadas del siglo XIX, en algunos países. La guerra de la Independencia provocará un fuerte impacto en la economía de la zona, del que tardará tiempo en recuperarse. La ocupación de las tropas francesas supuso la esquilmación de la escasa riqueza habida, salpicada de saqueos, expolios, cosechas arrasadas y destrozos en inmuebles y edificios públicos.

Los cantos rodados nos traslada a esta época, ilustrándonos con su relato una de las muchas historias que debieron producirse en este tiempo de invasión francesa. La novela en su trama narrativa se estructura en un presente (Laurens, 1879), donde arranca la narración de la historia, iniciándola en un momento difícil: la llegada de Pipa y Torcuato a Béziers en busca de su marido, Jean Calmel, y en el hecho desagradable de la entrada de Pipa en prisión.

Carmen juego con el tiempo para construir esta novela. Su cronología narrativa va desde el final de una vida, en un alarde de remembranza de una trayectoria vital, hasta volver a ese momento en que se hace balance de la existencia personal, como si se quisiera recopilar el tiempo vivido para que no se diluya en el olvido.

Nuestra autora nos abre con esta novela al conocimiento histórico de este tiempo, pero dándonos una visión más cercana de la vida, a la cotidianidad, capaz de descubrirnos los sentimientos y emociones que embargaban a aquella gente. El sentido histórico en la novela conecta con una historia real, lo cual nos hace que no solo conozcamos los avatares de sus protagonistas, también nos aproxima a momentos históricos que ilustran al lector.

Esa visión de la cotidianidad que la autora nos alumbra, lo hace con múltiples detalles en torno a cómo podía ser la vida en ese tiempo y a las circunstancias que la condicionaban, a la resistencia del pueblo ante el invasor, hasta el punto de sabotear los suministros, los víveres y el agua al enemigo. Todo ello se percibe en los detalles a los que alude: entrada de los franceses en la ciudad, asentamiento en distintos enclaves urbanos, su relación con la población, las acciones de rapiña…

La autora se aproxima también a la disyuntiva entre los que rechazaban sin paliativos al invasor y quienes mostraron cierta simpatía con los franceses, los llamados afrancesados.

El lenguaje narrativo, adornado con la sencillez y la proximidad en las expresiones, nos hace la lectura más dinámica y fluida. Los muchos elementos narrativos contenidos entre sus páginas abren en el lector la curiosidad por conocer otras historias de personajes secundarios que quedan meramente esbozadas.

Esta novela, ciertamente corta, podría convertirse en un ‘novelón’ a poco que su autora se hubiera lanzado a ampliar algunas de esas otras historias de personajes que parecen demandar más atención, como si los viéramos deseosos de mostrar más secuencias de su vida. Como el tío Pepe, capaz de romper con los prejuicios de la época y marcharse a Montpellier, con una encomiable valentía, junto a su gran amor, el hacendado Hippolytte, hasta el punto de dejar su Guadix natal.