martes, 26 de julio de 2022

LUGARES QUE AMAR de Goya Gutiérrez

 


Me encuentro este verano entre lecturas, después de un final de curso tan caótico, y hay una muy especial: Lugares que amar ( in-Verso, 2022) de Goya Gutiérrez. Este libro me hace encontrarme de nuevo con la poesía, que de cuando en cuando se cruza por la abundante prosa de las novelas y ensayos, con esa vocación monopolizadora que tienen estos de la lectura.

De Goya Gutiérrez he leído Ánforas, Grietas de luz, Y a pesar de la niebla, y nunca deja de sorprenderme la madurez que se aprecia en su poesía, que es una invitación constante por el discurrir de la vida, del arte, de la estética de la creación humana, de las vidas que sufren y naufragan en la perfidia de la naturaleza humana más innoble.

El poemario se divide en dos partes:La hermosa veta” y  Lugares que amar”, que da nombre al libro. En cada una de ellas, Goya Gutiérrez nos propone algo distinto. Como reza la reseña del libro, Lugares que amar es un homenaje al séptimo arte, al arte de un cuadro, de una obra de teatro, de una escultura, de una fotografía o de la misma poesía, a través de la palabra que traduce e interpreta la visión de las imágenes. Y a esa Yerma de Federico García Lorca:

“Esa mujer que sueña con caños de agua fresca

que salen de las fuentes,

con cántaros de leche obtenidos

de rosados pezones,

con lechales naciendo de la res o la oveja,

la que como tantas no ha sido destinada ni a amor

ni a pasión de hombre elegido,

 sí, a emparedar como cuerpos sus secretos,

aparte del encaje de bolillos,

 las telas o la lana,

solo le queda la misión de ser madre,

            parir hijos.”

 Pero también Lugares que amar es una indagación a la naturaleza y a la ejemplaridad y vulnerabilidad de algunas de sus criaturas. Evocación pictórica, palabras como pinceladas, de los espacios y sus gentes amadas, de los lugares, a veces heridos, en que se posa la belleza. Y ese homenaje a las víctimas de la pandemia, y a los que los sepultó un volcán, y a mujeres que son utilizadas como arma de guerra, en esos actos viles y canallas que son sus violaciones:

“Madre, mare, majka, mother¡¡¡

Lo que antes fue incesante cobijo, regazo

de sombra

bajo el ardiente, abrazo nupcial de arces y fresnos

se transformó en maleza espinosa,

 oscuros rastrojos humillantes,

abandono del dios que permitió

al leviatán del hombre verter beleño negro

sobre el trigal fructífero de tu cuerpo

como botín de guerra.”

No pasa desapercibido este llanto y el quejido de Goya Gutiérrez cuando envuelve de palabras nobles y sinceras el drama que nos rodea.

El verano me ha traído este halo de aire fresco para aliviar las angosturas de un calor que nos sacude con sus inhabituales temperaturas. La profundidad poética de Goya Gutiérrez nos estremecerá también, pero para saber que con su alentadora lectura la vida está ahí, entre las líneas de sus poemas, al otro lado de nuestros pensamientos, para que no la olvidemos, porque acaso nos necesita.

domingo, 3 de julio de 2022

CIPSELAS de Carmen Canet

 


Abrir un libro de Carmen Canet, leerlo aunque te asalte la distracción, es saborear el placer de las palabras envueltas en la sabiduría. No necesita excederse en ellas, solo con decir que “la lectura silenciosa es el erotismo del intimismo” nos invita a respirar hondo hasta cerrar los ojos para comprender que la lectura de sus aforismos son eso: un ejercicio cargado de erotismo que se expande por nuestras neuronas, capaz de alentar múltiples chispas en nuestro pensamiento hasta desbordarse.

El viento siempre acompaña nuestros pasos, a veces de modo agradable, otras con cierta brusquedad, pero siempre nos trae frescor, olores, incómodas partículas de polvo, caricias para aliviar el sofoco y, en esos paseos antesala del verano, revoltosos vilanos cargados de deseos a la espera de que le encomendemos los nuestros, antes del inocente soplo que les ayudará a seguir su acrobática travesía.

Cipselas (Editorial Polibea, 2022) es el título de este libro que parece decirlo todo sobre su contenido regado de imágenes breves, que pronto aletearán apenas pasen delante de nuestros ojos. Es lo que parece ocurrirle a los aforismos de Carmen Canet: se dejan arrastrar por el viento del ingenio hasta catapultarlos hacia nuestra imaginación.

El libro se presenta en tres capítulos cargados con la misma levedad que las acepciones a que hacen referencia: las cipselas, los vilanos y los bulanicos. ¿Quién no ha recogido del suelo la semilla de un diente de león, ha pedido un deseo y lo ha soplado para que el viento lo siga impulsado hacia el país de los deseos, allí donde nuestra naturaleza infantil nunca se extingue?  Quizás todo sea parte de ese impulso irrefrenable de soñar que nunca nos abandona, incluso cuando la adversidad parece que nos ha vencido.

Los aforismos que encontramos en Cipselas son pensamientos que a todos se nos pasan por la mente, pero que somos incapaces de sintetizarlos a la manera que lo hace nuestra autora. Te invitan al diálogo, a la reflexión, al regocijo, a la risa, a sumergirnos en aquello que no reparamos… Y así me ha ocurrido con sus otros libros: Malabarismos (2016), Luciérnagas (2018), La brisa y la lava (2019), Olas (2020), Legere, eligere (2021) o Monodosis (2022), todos me han convidado a una lectura silenciosa e íntima cargada de erotismo intelectual.

Voy a pedir un deseo a esta Cipselas que tengo entre mis manos: “Espero que también esté pronto en las vuestras, amigos y amigas de este blog, para que no nos ocurra que ‘la sinfonía que es la vida se vuelve atonía”.