Ahora que ya no lo hago, añoro mis lecturas durante los
trayectos en el autobús de la línea 33. La línea ha sido renombrada (ahora es
la SN1) y, después de un cambio de recorrido, ha vuelto a su trazado original.
Parte de Los Pinillos, pasa por Cenes y entrando por la carretera de la Sierra
cruza la ciudad de Granada hasta llegar a la estación de autobuses. En esos
años solía utilizarla algunos días en semana, casi siempre los martes y los
viernes, aunque mi trayecto era más corto y me quedaba en La Normal. Fueron
muchos los libros que leí aprovechando esos treinta minutos de viaje. Ahora que
ya no tengo esa oportunidad, echo de menos ese tiempo dedicado a la lectura. Uno
de aquellos libros fue Sobre Héroes y
tumbas, la gran novela de Ernesto Sábato.
Esta es una novela cuya lectura afronté ya con la
madurez de un lector. Recuerdo de ella la relación entre Martín y Alejandra, la
extravagante familia de Alejandra y aquello de la historia de Fernando Vidal, obsesionado con que las personas ciegas (criaturas
subterráneas que operaban en las sombras) formaban parte de una secta sagrada,
y ese disparatado Informe sobre ciegos. La novela se construye sobre historias
que siguen caminos paralelos o que se mueven en círculos concéntricos, que
parecen salidas de la inspiración de William Faulkner o el propio Dostoievski.
La novela navega sobre las sombras y las catacumbas del alma humana,
pretendiendo dar vida a nuestros fantasmas antes que a nuestra convencional
existencia.
Viví con la intensidad del curioso la relación entre Martín y
Alejandra, una relación que nunca acababa de cuajar. ¿Tortuosa y atormentada?,
sí, pero de enorme valor para el chico, hasta el punto de no importarle los
desaires de Alejandra, quien se movía en la complejidad de su vida y parecía no
tener tiempo para Martín. Alejandra estaba en una continua búsqueda personal. Para
mí esa relación me inspiraría para algunas pinceladas de la relación entre
Álvaro y Doina en La noche que no tenía
final, pero sobre todo en la que se establecerá entre Carlos y Andrea, en
la novela que tengo casi próxima a terminar. En Alejandra es fácil encontrar la
disputa entre la conciencia personal y su proyección al exterior, seguramente
porque su origen, proveniente de una familia de la oligarquía de Buenos Aires,
le provocará un sinfín de contradicciones entre lo que desea y configura el
mundo de sus ideas y la realidad de la procede y en la que se ha criado.
Sobre
Héroes y tumbas es una de esas novelas que nos llevan al límite de la
reflexión, capaz de hurgar en ese convencionalismo, impuesto o aprendido, que
nos hace seres contemplativos de nuestra propia existencia antes que
protagonistas de la misma.
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