Goya Gutiérrez (Cabolafuente, Zaragoza, 1954)
ha publicado varios libros de poesía: De mares y espuma (La mano
en el cajón, 2001); La mirada y el viaje (Emboscall, 2004); El cantar de los amantes (Emboscall,
2016); Ánforas (Devenir, 2009); Hacia lo abierto (Barcelona, 2011) y Grietas de luz (Vaso Roto, 2015). Ahora
nos presenta su último trabajo: Y a pesar de la niebla (In-Verso, 2018).
Con la madurez que mana de su poesía, Goya Gutiérrez inicia el poemario
diciendo: “Desnúdate de sauce, de sus lánguidas ramas, y viste de saúco, de
todos sus brebajes / en el hervor del tiempo, sobre el papel en blanco”, como
si pretendiera, al igual que el árbol del que se obtiene la medicina
diaforética, librarnos de prejuicios y malestares, y que nos dispongamos sin
ambages a disfrutar de su poesía.
Y a pesar de la niebla es un viaje por los interiores más
recónditos que nos resultan imposibles eludir
porque sobre ellos terminamos construyendo lo que somos. Ahí están presentes los
recuerdos de todo tiempo dispuestos a intervenir en los aconteceres de nuestra
vida, como si nos dirigiéramos hacia el oleaje de vivencias ubicadas en el
tiempo y en el espacio, a las que siempre recurrir: una habitación, las tardes,
el eco de los túneles, el flujo de la lluvia…, allí donde los recuerdos nos
hablen.
El poemario se divide en tres partes: “No dejes”, “Recuerdos como objetos
redondos” y “Y a pesar de la niebla”. En cada una de ellas, Goya Gutiérrez hace
una propuesta distinta que habla de superación, de vencimiento de todas las
adversidades, y en las que diseccionada en pequeñas instantáneas el esfuerzo
por la supervivencia frente a la incertidumbre existencial. Una búsqueda que a
pesar de la niebla que tanto nos ciega anhelará siempre esa lluvia clara
dispuesta a lavar “de su sombra a las cenizas”.
En la primera parte la autora se rebela en sus poemas contra todo lo que
es capaz de confundirnos en la vida. Por eso apela a que no dejemos “que los
grises días de la insuficiencia apaguen” nuestro espíritu, a pesar de que nuestros
miedos estén acechantes y reabran, al menor descuido, las heridas. Vencer aun
cuando el camino se haga más inhóspito, penetrar por las grietas que abre la
desidia, enfrentarse a la extorsión del pasado incómodo, desoír las voces que
llegan para confundirnos, incluso el universo de lo más procaz y absurdo, que
también es enemigo de las ilusiones.
En la segunda se hacen presentes los recuerdos capaces de agolparse al
mismo tiempo, como “en los ecos de túneles candentes que llegan de la infancia
/ hay espigas de cabelleras aéreas que yacen espaciadas / sobre la piedra
circular del sacrificio”. Y aquellos otros que “se deslizan como anguilas, por
las oscuras oquedades del olvido”
Finalmente, en la tercera parte, “Y a pesar de la niebla”, veinte poemas
para reivindicar la poesía y la amistad, y también la soledad que ayuda a
reconfortarnos con nosotros mismos, a “vivir alguna vez en el silencio de una
casa / habitada por parte de ese bosque
/ en donde me refugio del gran ruido del mundo”.
Des e este modo como podremos encontrarnos con la sublime profundidad
poética de Goya Gutiérrez, y también con la serena y estimulante lectura de los
poemas que se suceden como un relato de la vida en este hermoso poemario.
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