domingo, 27 de marzo de 2022

ACORDES DE TORMENTA Y CIELO de Juan de Dios Villanueva Roa

 


"Me rompes la voz, o la haces de miel o de trueno, con solo respirar en mi oído, con solo decir azul y mañana, y no sé, y dime, y abril. Me la robas, ya no es de mi garganta. Mi voz es de tus labios, de tus lágrimas, de tu escudo y tu coraza, del calor de tus manos, del sabor de tus besos, del recuerdo de tu olor. Ya no es mía mi voz, no. La desgarras, amor. La hilvanas a tu antojo, la moldeas con requiebros. Mi voz se deshace en un alud cuando tu alma me escucha y me busca en el hoy. Y después, y mañana, tan solo silencio". Así reza la contraportaada de este libro, Acordes de tormenta y cielo (Ed. Nazarí), del escritor Juan de Dios Villanueva que destila sentimiento y bucea en las sensaciones más hondas del ser humano.

La obra comienza con estas palabras: "Sin la mirada de tu alma, solo queda el silencio, la voz dormida arrullando los espacios inconcretos y el aire que lanza las brisas contra los cristales del invierno. Sin la mirada cae la tarde, de golpe, como caen los pájaros muertos. Y huele el jazmín, y huele el romero, y se tornan los girasoles al nacer la luna por el horizonte".

En Ideal en clase (10-noviembre-2021) se decía: "En él su autor realiza un viaje interior en el que reflexiona sobre la vida, la muerte, el amor "y todo lo que envuelve a la persona durante un tiempo en el que no nos quedaba mucho más que reflexionar y casi escondernos para que no nos alcanzara el maligno virus".

Este libro de Juan de Dios Villanueva nos predispone, como reza el prólogo de Andrea Felipe, "a una lectura pausada, íntima y reflexiva, acariciando las letras y evocando ávidamente con los sentidos las imágenes que se visten de palabras y quevan conformando una historia a fragmentos, a pinceladas que debe acabar de dibujar con complicidad el receptor sobre este lienzo compartido". La obra es un corolario de «fragmentos de tormenta, de disputa, de ira, de miedo, de soledad, de nostalgia, de un llanto profundo y sordo que va calando en el alma por la ausencia de la razón de ser arañando cada rincón de nuestros días. A estos les suceden otros instantes de cielo despejado, un canto a la vida de un azul intenso y vivo, que deja en la piel olor a sol". 


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