Con
la entrada de este otoño meterológico, un tanto perezoso, me
apetecía leer de nuevo el Absalón, Absalón de William
Faulkner. Son una de esas lecturas recurrentes cuando se apodera de
uno la confusión y no fluye la escritura. Es una buena táctica. Te
recoges sobre ti mismo con una buena lectura y la terapia funciona.
Al menos, eso es lo que a mí me ha ocurrido. Es como si pasaras una
jornada de senderismo en contacto con la naturaleza, en ella no cabe
duda que se reanima ese sentimiento que nos hace recordar que venimos
de la tierra. Ambas son buenas estrategias para revitalizar la
energía y hacer que fluya y llene nuestras neuronas.
La
lectura de ahora de Absalón, Absalón
ha sido profunda, meditada, casi piadosa, degustando la armonía del
texto. Es como si me dispusiera a rezar una plegaria, a recogerme
hacia dentro para que salga pausada y sentida desde el corazón. Esta
novela me marcó hace tiempo cómo debía decir lo que quería
escribir, como expresar lo que tanto se atropellaba en el bullir
ansioso de las historias de mi cabeza.
En
la historia que contiene Absalón, Absalón, el
grado de destrucción de las personas, así como la fuerza
autodestructiva que hay dentro de todos nosotros, alcanza una
insobornable precisión. Las guerras son destructivas, de ellas se
sacan pocas ventajas, se esquilma el valor y el espíritu, se horadan
profundas heridas, se siegan vidas, aparece el abominable instinto de
la devastación. La guerra de Secesión norteamericana fue eso, un
cúmulo de furia desatada, de odios que se enquistaron y de ofensas
para lacerar la dignidad humana. Transmutó aquel país, Estados
Unidos, y sacó del letargo las pasiones humanas, las más bajas y
rencorosas, el ensañamiento y el racismo más mordaz.
La
legión de personajes que pululan en Absalón, Absalón
son el reflejo de todo esto que hemos dicho. A todos se les endureció
el carácter y a todos la vida les dio un vuelco.
Durante
dos semanas he vuelto a navegar por el río Misisipi y pasear por
el condado de Yoknapatawpha, y como Quintín, no he sentido un odio
especial hacia el sur.
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