Me encuentro este verano entre lecturas, después de un final de curso tan caótico, y hay una muy especial: Lugares que amar ( in-Verso, 2022) de Goya Gutiérrez. Este libro me hace encontrarme de nuevo con la poesía, que de cuando en cuando se cruza por la abundante prosa de las novelas y ensayos, con esa vocación monopolizadora que tienen estos de la lectura.
De Goya Gutiérrez he leído Ánforas, Grietas de luz, Y a pesar de la niebla, y nunca deja de sorprenderme la madurez que se aprecia en su poesía, que es una invitación constante por el discurrir de la vida, del arte, de la estética de la creación humana, de las vidas que sufren y naufragan en la perfidia de la naturaleza humana más innoble.
El poemario se divide en dos partes: “La hermosa veta” y “Lugares que amar”, que da nombre al libro. En cada una de ellas, Goya Gutiérrez nos propone algo distinto. Como reza la reseña del libro, Lugares que amar es un homenaje al séptimo arte, al arte de un cuadro, de una obra de teatro, de una escultura, de una fotografía o de la misma poesía, a través de la palabra que traduce e interpreta la visión de las imágenes. Y a esa Yerma de Federico García Lorca:
“Esa mujer que sueña con caños de agua fresca
que salen de las fuentes,
con cántaros de leche obtenidos
de rosados pezones,
con lechales naciendo de la res o la oveja,
la que como tantas no ha sido destinada ni a amor
ni a pasión de hombre elegido,
sí, a emparedar como cuerpos sus secretos,
aparte del encaje de bolillos,
las telas o la lana,
solo le queda la misión de ser madre,
parir hijos.”
Pero también Lugares que amar es una indagación a la naturaleza y a la ejemplaridad y vulnerabilidad de algunas de sus criaturas. Evocación pictórica, palabras como pinceladas, de los espacios y sus gentes amadas, de los lugares, a veces heridos, en que se posa la belleza. Y ese homenaje a las víctimas de la pandemia, y a los que los sepultó un volcán, y a mujeres que son utilizadas como arma de guerra, en esos actos viles y canallas que son sus violaciones:
“Madre, mare, majka, mother¡¡¡
Lo que antes fue incesante cobijo, regazo
de sombra
bajo el ardiente, abrazo nupcial de arces y fresnos
se transformó en maleza espinosa,
oscuros rastrojos humillantes,
abandono del dios que permitió
al leviatán del hombre verter beleño negro
sobre el trigal fructífero de tu cuerpo
como botín de guerra.”
No pasa desapercibido este llanto y el quejido de Goya Gutiérrez cuando envuelve de palabras nobles y sinceras el drama que nos rodea.
El verano me ha traído este halo de aire fresco para aliviar las angosturas de un calor que nos sacude con sus inhabituales temperaturas. La profundidad poética de Goya Gutiérrez nos estremecerá también, pero para saber que con su alentadora lectura la vida está ahí, entre las líneas de sus poemas, al otro lado de nuestros pensamientos, para que no la olvidemos, porque acaso nos necesita.
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